¿Por qué ocurren las conversaciones que no llegan a ninguna parte o que se «mueven en círculos»?

¿Por qué ocurren las conversaciones que no llegan a ninguna parte o que se «mueven en círculos»?

Cuando las conversaciones nos dejan con la sensación de que «no llegamos a ninguna parte», agotados y sintiendo que hemos puesto «todo» de nuestra parte sin sentido, es probable que nos encontremos ante un caso de cambios de tema o de perspectiva infinitos.

Se trata de una práctica muy habitual en las conversaciones diarias en las que uno de los interlocutores cambia, de forma repentina, el asunto que se está tratando o lo distorsiona, como si la música de fondo en una fiesta se modificase abruptamente, pero de una forma tan sutil que habitualmente la otra parte no es capaz de percibirlo.

Padre: «¿Quieres venir a hacer la compra conmigo?».

Hijo: «¿Por qué?» (elevando la voz desde su habitación).

Padre: «Por favor, no chilles, que tenemos vecinos».

Hijo: «Me gustaría ir al cine esta noche, ¿podemos?».

Padre: «Te pasas el día gastando dinero, ¿cuándo vas a empezar a ahorrar?».

Hijo: «Se me rompieron las zapatillas de deporte y tuve que comprar unas nuevas».

Padre: «Me bajo al supermercado».

En el ejemplo anterior vemos claramente cómo el hijo realiza un desvío inicial, que posteriormente el padre continúa, convirtiéndose su intercambio en una conversación que se «mueve en círculos» o no llega a ninguna parte. Los participantes parecen estar hablando sin escucharse el uno al otro, pero podrían mantenerse así durante largos periodos de tiempo sin abordar el problema inicial o incluso sin darse cuenta de haberse desviado de este.

Por qué ocurre esto

El propósito encubierto de «salirse por la tangente» en cualquier conversación es evitar algo que consideramos incómodo o una amenaza que preferimos evitar. Es una forma de decir a nuestro interlocutor que el punto justo anterior al desvío, nos genera malestar.

Lo realmente divertido de esta práctica es que, el que se desvía, habitualmente lo hace de forma inconsciente y, en muchas ocasiones, utilizará racionalizaciones del tipo «es que si no lo digo, se me olvida», ante la llamada de atención al desvío, las cuales confirmarían haberse topado con una piedra en el camino de la conversación.

En áreas como la política o la comunicación corporativa, sin embargo, forma parte de las estrategias habituales y voluntarias de la comunicación, aunque suelen ser bastante perceptibles para el aguzado comunicador. Por ejemplo,

Entrevistador: «¿Qué piensa de la detención del jefe del partido?».

Entrevistado: «La detención no es el principal problema de los ciudadanos, sino la bajada de las pensiones de los 3.000 oyentes que nos escuchan».

La otra persona podría mantenerse en el tema original, seguir inconscientemente el cambio al que es invitada o incluso comenzar uno nuevo, como si el problema planteado hubiese desaparecido mágicamente.

En este tipo de conversaciones, pueden darse distintos tipos de giros sutiles que ejemplificaré a continuación.

Estímulo y respuesta tratan el mismo asunto desde perspectivas diferentes

Una madre pregunta a su hijo: «¿te has lavado los dientes después de merendar?» y el hijo responde: «me los lavé esta mañana». La perspectiva ha cambiado de «después de merendar» a «esta mañana».

Un terapeuta pregunta a su paciente: «¿cómo te sientes?». Y el paciente responde: «ayer me sentí mal». El paciente cambia la perspectiva de «hoy» a «ayer». Desvía la perspectiva porque, consciente o inconscientemente, le incomoda responder a la pregunta e indicar cómo se siente ahora.

Estímulo y respuesta tratan asuntos distintos

Un padre pregunta a su hija: «¿quién ha hecho esta pintada en la pared?» y la hija responde: «está ahí desde ayer». El asunto ha cambiado de «quién» a «cuándo».

Un amigo a otro en una cafetería: «¿quieres tomarte una caña?»; el amigo responde «¿y tú?». Este cambio de asunto «de ti a mí» es muy frecuente cuando uno no quiere hacerse responsable de sí mismo y se escuda en el otro para que lo diga por él. Si el otro acepta la invitación a «ser el primero», tendrá una excusa para decirse a sí mismo «bueno, lo elegí porque tú también lo elegías».

En una negociación de convenio, el responsable de Recursos Humanos pregunta al representante sindical: «¿qué necesitas de nuestra parte para que podamos firmar el acuerdo?» y el representante responde: «estamos molestos con las condiciones presentadas». El asunto ha cambiado de «necesitar» a «estar molestos con». Al representante sindical no le interesa la invitación a tratar las necesidades del sindicato.

Alternativa consciente

Si detectas un cambio de tema o de perspectiva, la clave está en confrontar el cambio, lo cual puede hacerse retomando el asunto o la perspectiva original, habitualmente mediante preguntas que te lleven de vuelta al origen y mantengan el problema y su solución a la vista, repitiendo y reenfocando cuando sea necesario.

Siguiendo la conversación inicial:

Padre: «¿Quieres venir a hacer la compra conmigo?».

Hijo: «¿Por qué?».

Padre: «Me gustaría saber si quieres venir conmigo al supermercado, pues me marcho ya».

Hijo: «Ya, papá. Y a mí me gustaría ir al cine esta noche, ¿podemos?».

Padre: «Eso no es una respuesta a si quieres venir a hacer la compra conmigo. Puedes decir que no si es lo que quieres…».

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