El cambio personal es tan incómodo como necesario

La vida nos pone retos de forma constante para seguir creciendo. No es diferente para nadie. Las dificultades nos resultan tan incómodas para que dejemos lo que estamos haciendo sin pensárnoslo demasiado, abriéndonos
Pero el cambio es aterrador. Nos pide soltar, aún sin certeza de tener algo más allá para sujetarnos. Salimos de un lugar conocido y seguro para entrar en otro estado de la existencia que no dominamos ni podemos prever lo que nos deparará.
Desde que dejamos el vientre de nuestra madre, nos enfrentamos a muchos retos, comenzando por ese gran momento en el que pudimos incluso morir, pero no lo hicimos. La vida comienza con riesgo, ¿por qué iba a ser de otro modo después?
“Y llegó el día en que el riesgo que conllevaba permanecer dentro del capullo era más doloroso que el que conllevaba florecer” – Anais Nin.
El abrazo de nuestra madre era el gran premio tras nacer. Después tendremos que confiar en nuevos abrazos por conocer, aprendiendo a dejar atrás lo oportuno en cada momento para conseguir, finalmente, caminar con confianza, sintiéndonos cada vez más libres e independientes que en la etapa anterior. La vida nos pide crecer, ¡tan solo nos pide crecer!
Nuestra infancia fue pura sumisión, a los padres, a la época, al lugar en el que nacimos, a los grupos a los que pertenecimos… En la adolescencia seguimos siendo dependientes, pero nos rebelamos, cuestionando todo lo aprendido, preparándonos para una vida adulta en la que, necesariamente, tendremos que independizar nuestro ser.
Pero ¿y si no lo hacemos?, ¿y si nos aferramos a lo conocido porque ser diferentes al “clan” nos da miedo o porque tomar decisiones propias es incómodo y preferimos que nos lo den “hecho”?, ¿y si nos negamos a crecer, a aceptar nuestra independencia, nuestra responsabilidad, y eso supone vivir repitiendo la sumisión y/o la rebeldía allá a donde nos entreguemos, entregando también nuestra libertad individual a cambio de unos lazos de seguridad que solo responden al miedo? Algo en la vida, sencillamente, no fluirá.
“El elemento común tanto en la sumisión como en la dominación es la naturaleza simbióticade las relaciones. Las personas involucradas pierden su integridad y su libertad, satisfaciendo su anhelo de cercanía, pero sufriendo de la falta de fuerza interior y confianza en sí mismos que requeriría la libertad y la independencia. Incluso más, constantemente amenazados por la hostilidad consciente o inconsciente que seguramente surgirá de la relación simbiótica” – Erich Fromm.
Quejarnos de los demás o enfermar podrían ser la materialización de una necesidad de cambio personal, acontecimientos que nos pidan dar un ligero giro o, si la cosa se complica lo suficiente, un completo cambio de dirección. Lo que nos pasa, cuando nos desestabiliza, tiene como objetivo ayudarnos a despertar y hacernos crecer, aunque sea a los 40 y de golpe. Te lanzas o te lanza, no creo que exista punto medio.
El caos llega para invitarnos a cambiar lo que no funciona. Se trata de una fuente de cambio positivo, doloroso y necesario a partes iguales, una puerta abierta a permitirse ser uno mismo, abriéndonos a conocernos, a aceptar a los “difíciles” y también a nuevas formas de pensar y de comportarnos. El caos se transforma, finalmente, en realidades mejoradas y en personas más independientes, más libres, más conscientes.
El mundo cambia rápidamente, el ser humano no. La pandemia nos recordó que era necesario actuar en lugares en los que no estábamos mirando. Puede que el trabajo se hubiese hecho dueño de nuestras vidas, puede que viviésemos atrapados en diversas mentiras o en excusas que nos impedían pasar a la acción. Mi vida me dijo: “mira a tu familia, ¡ellos te necesitan primero! Y también estás tú…”.
Responsabilizarse de lo que nos pasa y renunciar a sentirnos víctimas de lo que no comprendemos es un camino difícil, pero bien podría ser la única alternativa a hacernos ermitaños o medicarnos de por vida.
Que cada uno viva su vida como pueda, porque es su vida y bien estará, pero que la viva en movimiento: la desesperación por lo que nos somete, la negación o la lucha por lo que no comprendemos, el miedo ante lo nuevo, tienen un tiempo antes de perder todo su sentido. No sirve negarse a la vida de por vida. Si te permites el cambio, la vida fluye otra vez. ¿Un nuevo abrazo quizás?
En la vida realizamos elecciones y, una de ellas, es elegir mejorar, a pesar de los esfuerzos que conlleve o de lo difícil que nos parezca dejar atrás los beneficios de seguir malviviendo. Quizás llegue un momento en el que seamos obligados a cambiar. Los retos de la vida pueden ser tan poderosos que no-cambiar impediría la llegada del éxito y la alegría, nos sentiríamos atrapados en nuestra realidad.
“Todo ser humano tiene ambas fuerzas en su interior. Una de ellas se aferra a la seguridad y a la defensiva causada por el miedo, tiende a retroceder, aferrándose al pasado, con miedo a crecer, con miedo a arriesgarse, con miedo a poner en peligro lo que tiene, con miedo a la independencia, a la libertad, a separarse. La otra fuerza lo impulsa hacia la plenitud de ser él mismo y de su singularidad, hacia el pleno funcionamiento de todas sus capacidades, hacia la confianza de cara al mundo exterior, al mismo tiempo que es capaz de aceptar su ser más profundo, real e inconsciente” – Abraham Maslow.
Existe un mundo mejor para todos. Solo necesitamos pararnos a pensar si lo que estamos haciendo nos acerca o nos aleja de él y tomar una decisión. Si necesitamos tomar una decisión, es que existen varias opciones entre las que elegir y eso, solo puede ser una buena señal.
Ver esta publicación en Instagram

Masvalebuenoporconocer.com acerca
nNos vemos en la siguiente entrada. Gracias y que seas feliz 🙏💗
#comunicacióncompasiva #paternidadconsciente #bienestarlaboral #cambiocontinuo