Distorsionar la realidad es positivo (hasta que deja de serlo…)

Cuando descartamos cualquier tipo de información a nuestro alrededor o alteramos lo que ocurre, de forma consciente o sin que nos demos cuenta de ello, se dice que distorsionamos la realidad, un proceso que, a pesar de su aparente connotación negativa, tiene una intención positiva.
Por ejemplo, puede que ahora mismo un coche esté aparcando frente a mi casa haciendo muchísimo ruido y yo no esté siendo consciente de ese ruido porque toda mi atención se encuentre dedicada a otra tarea. Si describo mi realidad diré que «el ambiente era silencioso», pero mi vecina podría indicar que, en el mismo espacio-tiempo, «el ruido era insoportable». En este caso, la distorsión para mí sería inconsciente.
Habitualmente, las distorsiones inconscientes ocurren para que nuestro sistema nervioso no se colapse con los estímulos infinitos del mundo exterior y que seamos capaces de organizar una enorme cantidad de información de forma manejable, lógica (según nuestra experiencia pasada) y ahorrando tiempo y energía a nuestro cerebro en tareas cotidianas, pero también pueden complicarnos la vida a pesar de su intención positiva.
Así, si en mi pasado fui maltratada, es posible que ahora me exprese con mensajes como «la gente me trata mal», indicando una distorsión por generalización en la ignoro un gran porcentaje de individuos en mi enunciado para justificar mi experiencia acumulada. Una realidad que me limitará, haciendo que me sienta incapaz de relacionarme con «la gente» de forma saludable.
También podría haber ocurrido que de pequeño me mordiese un perro y, de nuevo, haber generalizado de forma limitante que todos los perros muerden (algo que me ha pasado una vez, es verdad para todos, siempre, en todas partes). O recibir una buena y una mala noticia e ignorar el contenido de la buena noticia por defecto, porque la mala se adecúa más a mi forma de relacionarme con la vida.
Son solo algunos ejemplos de cómo somos capaces de distorsionar la realidad para que funcione según nuestras reglas internas del mundo. Y, cuando lo hacemos, las distorsiones se convierten en la única verdad que conocemos.
Nuestro cerebro distorsiona la realidad a través de tres procesos universales, normalmente inconscientes, aunque también pueden ocurrir de forma consciente para influir en nuestro mensaje sobre terceros y/o ser creativos a la hora de expresarnos. Técnicamente, los tres procesos son distorsiones de la realidad, aunque sea solo el último el que ha adquirido el término per se:
- Generalizaciones: trasladamos algo que nos sucedió una vez a todas las experiencias similares. Por ejemplo, cuando aprendemos a abrir una puerta de hotel con una tarjeta, la siguiente vez que lo hagamos, aplicaremos el mismo descubrimiento (generalización positiva). O, cuando decimos «todos los hombres son iguales» para referirnos al comportamiento específico de una primera pareja (generalización negativa o limitante, aunque tenga una intención positiva).
- Eliminaciones: omitimos parte de la experiencia, dejando de prestar atención a aspectos de la realidad. Por ejemplo, cuando vamos al teatro y nos centramos tanto en la obra que no recordamos el color de las paredes o cuando decimos algo como “déjame, estoy enfadada”, priorizando un estado interno y omitiendo aquello en lo que no quiero centrarme o considero irrelevante (¿por qué específicamente estoy enfadada?, ¿he perdido el autobús?, ¿me han robado el coche?, ¿se me ha roto una uña?, ¿estoy enfadada por cumplir años?…), modificando radicalmente mi experiencia.
- Distorsiones: deformamos la experiencia, añadiendo nuestra propia interpretación. Por ejemplo, cuando dibujamos una persona con cuatro ojos o cuando escribimos un poema con una frase como «sentimiento rojo» (distorsión positiva con fines creativos). Si decimos «te necesito» a alguien en una relación de igual a igual, sería también una distorsión, en este caso negativa (aquí podría existir una intención de influencia en mi interlocutor o simplemente responder a una intención positiva de satisfacer, por ejemplo, mi temor infantil a que se alejen de mí).
Ahora ya entiendes cómo las distorsiones nos ayudan o nos complican la vida. Y las distorsiones limitantes que realizamos pueden retarse para enriquecer nuestra experiencia. Mantente atento al nuevo contenido porque en los próximos meses publicaré un curso para aprender a hacerlo.

Hola, me llamo Lorena y soy la creadora de Masvalebuenoporconocer.com donde encontrarás cursos, artículos y otros recursos que te ayudarán a identificar para mejorar tu experiencia de vida y los resultados que obtienes en esta mientras sigues creciendo.
Espero que mi contenido te inspire y deseo que te sientas feliz con lo que haces y hagas mucho de aquello con lo que te sientes feliz. Y si quieres apoyar mi proyecto, puedes invitarme a un café haciendo click aquí. Hasta la próxima, querido lector.