La diferencia entre educar para evitar el dolor o para acercar al placer

La diferencia entre educar para evitar el dolor o para acercar al placer

¿Sabes si educas motivando a tus hijos para evitar el dolor o para acercarse al placer? La respuesta está en la forma de comunicarte con ellos y no es trivial.

Te lo preguntaré de otro modo: ¿cuál de las siguientes afirmaciones se acerca más a tu forma de educar?

  • «Si no estudias, no encontrarás un buen trabajo».
  • «Si estudias, podrás dedicarte a lo que quieras».

En ambos casos estarías buscando incitar a tus hijos a la acción de estudiar con todo el amor del mundo pero, mientras en el primero les motivarías para que aprendan a hacer las cosas con el objetivo de evitar un dolor (castigo), en el segundo lo harías para que aprendan a hacer las cosas con el objetivo de acercarse al placer (recompensa).

Puede parecer algo muy sutil, pero dejará de serlo cuando conozcas que las personas que se mueven hacia el placer y las personas que evitan el dolor conforman dos tipos muy diferentes de adultos que se relacionan también de forma muy diferente con la vida.

«Cuando un niño no es criado en el amor sino en el miedo, no aprende a amar sino a defenderse» – Françoise Dolto.

Este es uno más de los maravillosos secretos que el lenguaje guarda para ayudarnos a identificar aspectos ocultos de nuestro comportamiento y retarnos a cambiarlos. Pero esos secretos también podrían detectarse a través de mensajes no verbales como, por ejemplo, un educador que elige marcar las respuestas incorrectas de un examen en rotulador rojo (resaltando lo que se hace mal) o, alternativamente, elige marcar las respuestas correctas en rotulador verde (resaltando lo que se hace bien). Puedes extender este ejemplo a todo lo que hagas y serás capaz de definir si te fijas en lo que hay que evitar o en lo que te hace / les hace sentir bien.

Nada es casual en la forma en la que nos comunicamos con nuestros hijos y, hacerse consciente de estos matices de la comunicación, nos ofrece una gran oportunidad para sentirnos mejor y que ellos se conviertan en adultos con herramientas. Veámoslo mejor con un ejemplo práctico.

Trabajador motivado por placer versus trabajador motivado por castigos

Partiendo de que todo comportamiento humano gira en torno a la necesidad de movernos hacia el placer o alejarnos de un daño, pensemos en dos trabajadores de una empresa cualquiera. Uno de ellos se motiva con recompensas, bonus y otros premios (se mueve hacia el placer), mientras que otro solo actúa ante miedos, amenazas y castigos (se mueve para evitar el dolor). El primero pone su atención en las oportunidades y el segundo en lo que desea evitar.

Estas serían las respuestas (T) a las mismas preguntas (L) realizadas a cada uno de ellos. Compáralas y verás las formas tan diferentes que tienen de ver la vida.

Trabajador que se mueve por oportunidades
Trabajador que quiere evitar el dolor

L: ¿En qué lugar te gustaría trabajar?

T: Me gustaría trabajar en un lugar flexible que me permita conciliar.

L: ¿En qué lugar te gustaría trabajar?

T: Me gustaría trabajar en un lugar en el que no me controlen los jefes todo el rato ni me llamen cuando estoy llevando a los niños al colegio.

L: ¿Cómo te gusta ir al trabajo cada mañana?

T: Me gusta ir paseando hasta la oficina para sentir el aire fresco en la cara.

L: ¿Cómo te gusta ir al trabajo cada mañana?

T: Me gustaría ir andando a la oficina para no tener que coger el Metro.

L: ¿Por qué motivos te cambiarías de trabajo?

T: Para poder ser más creativo y ganar más dinero.

L: ¿Por qué motivos te cambiarías de trabajo?

T: Para no tener tantas reuniones y tareas estresantes.

¿Dónde te encuentras tú?

Es importante pararse a pensar en uno mismo primero para poder conocer lo que trasladamos inconscientemente a nuestros hijos (si somos padres), a nuestros empleados (si tenemos una empresa), a nuestros alumnos (si somos profesores), etc. Pues, en cualquier relación de autoridad se dará este tipo de influencia.

Pregúntate: ¿qué te mueve a la acción y qué te mantiene en la inacción? Si los anteriores ejemplos no han sido suficientes para que identifiques tu patrón, responde a las siguientes preguntas con total honestidad.

¿Te motivas para actuar cuando piensas en lo que podría pasar si no haces algo o cuando piensas en lo que podrías conseguir si lo haces?, ¿te mueves solo cuando las cosas empiezan a salir mal?, ¿sabes lo que quieres o solo sabes lo que no quieres?, ¿por qué es «algo» (sustitúyelo por la acción que desees) importante para ti?

A continuación encontrarás una tabla que incluye un resumen de las principales características de ambos tipos de persona, con detalles específicos acerca del lenguaje que utilizan, lo cual siempre es una buena pista para autoconocerse.

Personas que se mueven hacia lo que quieren Personas que se alejan de lo que no quieren
Ponen la atención en lo que quieren conseguir. Se centran en las oportunidades y en las posibilidades del futuro, en los objetivos que desean alcanzar. Ponen la atención en lo que no desean, centrándose en evitar lo que consideran desagradable o en solucionar un problema cuando ya se les ha echado encima. Ven el mundo por sus dificultades y por sus consecuencias negativas y se decepcionan fácilmente cuando estas llegan.
Saben priorizar y se entusiasman con sus propias metas. Tienen dificultad a la hora de centrarse en un objetivo concreto e implementar prioridades. Cuando se les pregunta «¿qué es lo que quieres?», responderán con lo que no quieren o simplemente dirían «no lo sé».
No prestan atención a lo que no funciona, por tanto tampoco a los problemas que necesitarían evitar a la hora de alcanzar sus objetivos. Como están tan centrados en prestar atención al problema (para evitarlo), no ven las oportunidades, lo cual les otorga una gran habilidad a la hora de resolver problemas de último minuto y un gran ojo crítico y prudencia. Suelen tener problemas recordando experiencias positivas del pasado.
Eligen un tipo de lenguaje que les permita hablar de lo que han planeado para el futuro o de lo que pueden alcanzar («conseguir», «alcanzar», «ganar», «recibir», «habilitar», «incluir», etc.). Dicen lo que quieren y nombran objetivos concretos. Eligen un tipo de lenguaje que les permita hablar de cómo pueden evitar ciertas situaciones y de cómo podrían modificar situaciones que consideran problemáticas, excluyendo lo que no quieren que pase («evitar», «dejar pasar», «rechazar», «excluir», «pasar», «ir sobre seguro», «seguridad», etc.).

 

En nuestra cultura no es raro que nos motivemos para alejarnos del dolor, para lo que muchos verbalizan como «sobrevivir», y que esas personas adopten un estilo de vida en el que se dejan llevar por la gratificación inmediata, creyendo que están acercándose a un placer que resulta un falso placer y que, con el tiempo, se convierte en un hábito perjudicial (ejemplo, fumadores o aquellos que beben o comen en exceso) del que desean alejarse, pasando a centrarse solamente en el problema y a actuar como personas que se mueven para evitar el dolor pero que creen que se mueven para acercarse al placer. 🤷‍♀️

Aquel que tiende a alejarse del dolor podría llegar a la conclusión de que las oportunidades en la vida son un imposible o «solo para unos pocos», pues no es capaz de prestarles atención y, como no forman parte de su percepción, podría llegar a perder la esperanza de conseguir disfrutar de una vida que ni siquiera se ha parado a definir, conformándose con otra que no le agrada.

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