¿Trabajas mejor solo, compartiendo tareas o en formato “juntos pero no revueltos”?

No todos los estilos de trabajo son capaces de sacar lo mejor de uno mismo. Desafortunadamente, en demasiadas ocasiones he observado que el estilo de trabajo de cada individuo es un aspecto poco cuidado en las empresas y se convierte en una de las piedras angulares a la hora de transformar una cultura organizacional deteriorada, requiriendo a los equipos de gestión de personal que se “sensibilicen” con respecto a las estrategias de trabajo de las personas que contratan o que ya tienen a su cargo.
Pero esto no es unilateral pues, sorprendentemente, muchos trabajadores no se han parado jamás a conocer (o expresar) qué estilo de trabajo es el que más les motiva y, por tanto, no han buscado un puesto adecuado a su patrón predominante o pedido un cambio interno, probablemente ignorando las opciones existentes.
Por consiguiente, tanto si quieres conocer cuál es el modelo que te haría sentir mejor en horario laboral, como si has de ocuparte de la motivación de tus empleados y eso te suena a chino🐲, sigue leyendo.
“A mi aire” o estilo de trabajo independiente
El tipo “independiente” prefiere trabajar solo (y, si hay una puerta, mejor), con tanta autonomía como sea posible y sin compartir responsabilidades. Marcará su propio ritmo y se sentirá bien mientras pueda seguir sus propias reglas y hacer las cosas a su manera, sin supervisión estrecha (mucho mejor sin ella).
Suelen ser personas muy buenas “en lo suyo”, que no comparten el progreso de sus tareas con facilidad y prefieren no relacionarse con otros compañeros, por eso, se sentirán mejor si no forman parte de un equipo y, si lo hacen, pasarán de reuniones diarias, chats grupales, team buildings, comidas de trabajo y similares. Cualquier cambio al respecto de sus preferencias, repercutirá negativamente en su motivación y productividad.
Su lenguaje tendrá “yo” y “mi” (“mi proyecto”, “mi idea”, “mi responsabilidad”, etc.), sin hablar en plural o mencionar a otros. Utilizará (y le influirán) frases como “por mí/ti mismo”, “sin interrupción”, “hacerlo solo”, “cierra la puerta”, “desviar las llamadas”, etc.
“Todos a lo de todos” o estilo de trabajo cooperativo
Un trabajador con estilo de trabajo cooperativo busca trabajar con otros y compartir responsabilidades. Las decisiones en solitario no son su fuerte y los deadlines le producen vértigo si sienten el peso de la responsabilidad solo sobre su espalda. “Juntos”, aquí no siempre significa que todos trabajen por igual.
Mi teoría es que los puestos pensados para un estilo de trabajo cooperativo, están diseñados por un manager cooperativo que no siempre es capaz de definir la responsabilidad individual de cada miembro participante dentro de ese planteamiento, lo cual suele desembocar en frustración.
Un manager con este estilo de trabajo, pedirá hacerlo todo con sus empleados y que todos opinen de todo lo que hacen los demás, pudiendo desembocar en una comunicación desordenada y en la inconclusión de tareas en horario de trabajo.
Su lenguaje será plural (“nosotros”, “el equipo”), aunque hablar en plural en el trabajo no siempre sea un indicador de un estilo cooperativo.
“Juntos pero no revueltos” o estilo de trabajo de proximidad
Este tipo de trabajador, que suele ser el más habitual en las empresas, necesita buena definición en su territorio de responsabilidad, aunque también le gusta sentirse parte de un grupo y socializar cuando sea necesario.
Aceptará la supervisión y la participación en un equipo siempre que tenga responsabilidad exclusiva en sus tareas. Su motivación y productividad saltarán por la ventana si tiene que compartir responsabilidades con otros o trabajar totalmente solo.
Puede o no hablar en plural aunque, si se le pregunta por cómo ha conseguido algo específico de su trabajo, lo relatará en primera persona del singular.
El estilo del jefe no ha de definir la cultura laboral
Hace unos años ocupé un puesto de “responsable” en el que tenía gran libertad para tomar decisiones estratégicas en cuestiones de innovación. Mi jefe por entonces, tenía un estilo de trabajo de proximidad y yo también. Pero la estructura jerárquica cambió y fuimos reabsorbidos por un nuevo jefe con estilo cooperativo (suena #muymolón…).
Cada mañana a las 08:00 horas nos reuníamos 10 personas sin objetivos comunes para opinar todos de todo y recoger las tareas que nos iba soltando ese nuevo jefe, tareas que nada tenían que ver con las nuestras, pero que se hacían nuestras por ser suyas 🤷♀️. A lo largo de la jornada, era también habitual que cualquier otro miembro del “equipo” te contactase para que le ayudases “en lo suyo”, porque “lo suyo” era “lo de todos”.
Aquel jefe estaba encantado con mi trabajo y con todo lo que pude hacer por el equipo (y, créeme, acabé haciendo de todo por el equipo…). Yo estaba frustrada y él no entendía por qué. Hasta que me fui.
Mucho más allá de esta anécdota personal, en mi experiencia trabajando en transformación de la cultura laboral he observado que el jefe que, por inflexibilidad o falta de perspectiva, quiere que todo el equipo adopte su estilo de trabajo en lugar de adaptarse este a los estilos de cada cual, trastoca el clima a medio y largo plazo.
Un equipo equilibrado es aquel en el que no se impone un solo estilo (habitualmente el del manager), sino que conviven los tres, con el reto de que los cooperativos tengan cierta definición en sus responsabilidades compartidas y de que los métodos de comunicación se adapten también al estilo de los independientes.
Conocer cómo trabaja cada individuo mejor, en qué posición se siente más cómodo y con qué tipo de tareas, sin presuponer que lo harán de la única forma en la que “a mí” me parece que funciona el mundo, es esencial a la hora de trabajar la motivación laboral y sentirse motivado.

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