¿Por qué un gallego y un canario perciben de forma diferente la realidad?

¿Por qué un gallego y un canario perciben de forma diferente la realidad?

El lenguaje es mucho más que un simple conjunto de etiquetas para mencionar objetos y, entre sus muchas peculiaridades, conforma uno de los filtros que hacen que dos seres humanos que no comparten la misma lengua, perciban una realidad distinta.

El lenguaje se incluye en la categoría de las limitaciones socioculturales que el ser humano posee a la hora de percibir la realidad. Se trata del filtro de información más importante en su categoría precisamente porque el lenguaje ordena de una cierta manera la percepción del mundo de los hablantes, es decir, la estructura de cada idioma condiciona la forma de pensar y la percepción de la realidad de cada grupo lingüístico.

Aparentemente es algo un tanto retorcido, pero imagínate a un gallego y a un canario manteniendo una conversación acerca de la lluvia. El concepto “lluvia” para el gallego, que adquiere múltiples formas en su lugar de origen y que se expresa también de múltiples formas en función de los matices de la lluvia (choiva, orballo, froallo, barrallo, poalla, ballón, mexadeira, etc.), no será lo mismo que para el canario, que percibirá la realidad “lluvia” de una forma mucho más simple.

Más concretamente, imagínate ahora a un lucense intentando explicar en español la cantidad de lluvia que está cayendo en su pueblo a un lanzaroteño que le consulta acerca del tiempo. “Es que mira, no llueve, pero moja, pero no demasiado, pero ¿me entiendes neniño?”. El lanzaroteño estará totalmente perdido con el circunloquio gallego, pues solo será capaz de percibir los aspectos del mundo para los que su lengua tenga palabras, y para él todo se reduce a “lluvia”. Entonces se preguntará “¿pero llueve o no llueve?”.

Por ejemplos como este se dice que la gente que habla dos o más lenguas es capaz de dirigir su atención a distintos aspectos de la realidad que los que hablan solo una, es decir, ven el mundo de forma diferente y eso es extensible a su forma de encontrar más de una perspectiva ante un mismo problema o a la hora de priorizar. Por eso se hace tan interesante aprender un segundo o tercer idioma y descubrir que no solo aprendemos palabras (“etiquetas”), sino que nos abrimos a mundos diferentes al nuestro a través de un nuevo lenguaje.

A continuación tres ejemplos más para evidenciar las numerosas diferencias existentes entre las 7.000 lenguas vivas a la hora de percibir la realidad y de expresarla:

  • Para la palabra española “armario” existen tres términos en inglés: “wardrobe” (o “closet”, para los americanos), “cupboard” y “cabinet”. A priori, cuando un español que aprende este idioma escucha “wardrobe”, se hará una imagen mental muy genérica que no tiene mayores matices que “armario” pero, cuando aprenda los matices que los diferencian en inglés, enriquecerá la realidad “armario” que poseía antes de aprender otra lengua.
  • En español, “mariposa” es femenino, mientras que en alemán o francés, es masculino (der Schmetterling / le papillon), con lo que el mismo animal sería considerado femenino para unos y masculino para otros, simplemente por la lengua. Imagina las diferencias asociadas a la realidad “mariposa” tan solo por su género.
  • En español “prestamos” atención, aportando un ligero matiz como si la quisiésemos de vuelta. En inglés la “pagan” (pay attention), como si esta tuviese un valor por el que están dispuestos a ofrecer dinero.
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