Lo que te dices y cómo te limitas al repetir «más vale malo conocido que bueno por conocer»

Lo que te dices y cómo te limitas al repetir «más vale malo conocido que bueno por conocer»

Repetir refranes de forma incuestionable, aunque sea un hábito aparentemente inocuo, define lo que elegimos creer que puede o no puede pasar en nuestra vida en general y, como tal, nos dirige hacia uno u otro comportamiento y resultados.

Creer en un refrán como «más vale malo conocido que bueno por conocer» normaliza la existencia de algo con lo que me siento mal y, no solo eso, me da la orden interna de que no me preocupe ni siquiera de intentar cambiarlo, porque lo bueno que podría llegar, será siempre peor que lo que ya tengo. Es decir, fomenta la resignación para con un estado interno que no me satisface.

Si este refrán es mi bandera, justificará que me conforme con lo que me está pasando y no haga nada para mejorarlo (posición indefensa), lo cual retroalimentará mi insatisfacción. La ventaja de todo esto será que, con un refrán así, podré identificar en el exterior a una persona o acontecimiento (el «malo conocido») al que culpar de mi estado y al cual dedicar toda mi energía a través de la queja y, muy posiblemente, otros hábitos de autodestrucción.

La paradoja es que, cuando centro mi energía en la queja, aunque sea a través de un «inofensivo» refrán pronunciado de vez en cuando, soy directo responsable de lo que me pasa, pues mis recursos no están siendo dedicados a encontrar soluciones para mejorar mi experiencia, sino que se dedican a mirar de forma agotadora hacia el cajón de las catastróficas desdichas.

Los refranes se convierten en nuestras creencias, en nuestra forma de ver el mundo, aunque sea en base a la imitación y no nos hayamos parado a pensar jamás en si realmente funcionan para nosotros o deberíamos ponerlos en cuarentena.

A continuación te dejo un resumen de las diferencias entre mirar el malo conocido o, como alternativa, optar por el bueno por conocer, para que al menos puedas elegir conscientemente con qué te quedas.

Malo conocido (malvivir)

Bueno por conocer (crecer)

Existe un «malo conocido» en mi vida (pareja, enfermedad, jefe, pasado…). Justifico todo lo que me pasa y cómo me siento con la existencia de ese agente externo, sobre el que no tengo control. Sé que no puedo cambiar mi historia, tampoco a los demás, y también sé que ya no soy un niño y que puedo elegir de quién me rodeo, lo que hago y cómo me siento con lo que hago y con lo que me ocurre.
Miro el problema y este capta toda mi energía. Busco la solución y me centro en ella.
Siento que me dejo llevar y que, haga lo que haga, no tendrá sentido. Siento que poseo cierto control sobre lo que hago, establezco objetivos y tomo decisiones propias.
Me quejo. Me resigno. Me siento víctima, pero lo que me pasa es normal porque ¡hay un refrán para ello! Acepto lo ocurrido hasta ahora, aunque no lo entienda…, y elijo hacerlo mejor. Malvivir es una elección, ¡elijo tomar la iniciativa!
Deseo corregir a los demás y lo que me rodea, pero mi posición pasiva solo me permite criticarlo o juzgarlo. Me pregunto: ¿cómo puedo contribuir en positivo a lo que ya existe?, ¿qué nuevas habilidades puedo adquirir para sentirme mejor con lo que me pasa?
Actitud conformista en inacción. Actitud creativa, centrada en la acción.
Malvivo por elección consciente o porque me siento incapaz de ver otras opciones. Aprendo a mirar otras opciones en lo que se encuentra disponible de forma realista.
Cuando algo no funciona me repito: «hay que aguantar», «el mundo es así», etc. Si lo que hago no funciona, sé que he de probar algo diferente.
Las cosas solo pueden ir a peor. Las cosas solo pueden mejorar.
Probablemente confunda la felicidad con autocomplacencia y, en el último de mis días, sienta que podría haberlo hecho mejor… Crezco tras cada dificultad. Experimento la calma y la belleza de la vida, incluso en época de dificultades.
Modo protección (es lo que conozco, pienso que no sé hacerlo de otro modo o tengo miedo). Modo crecimiento (aunque tenga miedo).

 

Es fascinante la cantidad de veces que los seres humanos negamos la realidad o la justificamos (aunque sea con un refrán), pensando que algo es imposible cuando lo que realmente sucede es que no estamos mirando al siguiente paso que podríamos dar para hacer evolucionar esa realidad.

Y los adultos tenemos la habilidad de ponernos en acción, haya pasado lo que haya pasado. No hacerlo es igual que quedarse esperando a que nos toque la lotería o a que aparezca una mamá o un papá que nos lo solucione…

El «bueno por conocer» es un reto que muchas veces pasa por conocerse, quererse, aprender a poner límites, dejar de reprimir emociones, salir de la burbuja en la que nos aislamos, abandonar el rol de la «mala suerte», soltar el pasado y las heridas, perderse en el intento de encontrarse… Requiere constancia, humildad y abrir no solo los ojos, sino también la mente y, sobre todo, el corazón. Pero para eso he aparecido yo en tu vida. 😁

Aquí te propongo una nueva actitud centrada en la acción, en el poder de elección y en la valentía de hacer las cosas de otro modo, una actitud con la que cambiarás los «tengo que» por los «quiero», los «todo me sale mal» por los «encontraré nuevas soluciones» y, en definitiva, el «malo conocido» por el «bueno por conocer», para que te sientas feliz con lo que haces y hagas mucho de aquello con lo que te sientes feliz.

Ahora ya lo sabes, y también sabes que puedes transformar tu realidad si confías en tu «bueno por conocer». ¿Te apuntas?

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