Recupera el control de tus emociones gracias a un cambio en el lenguaje

Frecuentemente, cuando nos sentimos mal ante una persona o circunstancia, desviamos la atención hacia ese estímulo externo para hacerle responsable de nuestras emociones a través de un ataque, un juicio, una crítica, una queja…
«Me haces sentir mal», «me estás enfadando», «mi jefe me pone nerviosa», «cada vez que sacas ese tema me haces llorar», etc.
Esto lo simplifica todo superficialmente pues, cuando no entiendo cómo me siento, ni por qué me siento de un modo que no entiendo, busco una causa «coherente» en el exterior a la que pueda culpar de ser responsable de mis sentimientos.
Pero no existe nada en el entorno ni en otras personas que pueda hacer que nos comportemos o nos sintamos de una forma en particular y, con mensajes así, lo que me diré internamente es que mis emociones no dependen de mí, por tanto, no veré entre las opciones disponibles la de elegir sentirme bien.
Pensar que la gente puede hacernos sentir mal por lo que nos dice o por cómo se comporta, así como pensar que podemos hacer daño por lo que decimos o hacemos, son dos mitos muy extendidos en la comunicación interpersonal y, al final del día, perpetúan la represión emocional y la lucha entre supuestas víctimas y supuestos verdugos, en lugar del crecimiento para la autonomía.
Cierto es que puede que el otro nos conozca bien y crea que nos irrita o busque activamente que nos sintamos irritados lanzándonos una tentadora invitación, pero nadie puede hacernos sentir de una cierta manera pues, en último lugar, somos los únicos responsables de responder o no a esa invitación con un sentimiento o conducta particular. Si me siento enfadado cuando me hablas, podría también elegir sentirme asustado, emocionado, revelarme o simplemente ignorarte…
Cuando uno se engancha al dolor, ese malestar apunta a una necesidad de crecimiento propia. Dedicar nuestra energía a comprender cómo nos sentimos y a mirar qué se encuentra debajo de ese malestar para que no vuelva a afectarnos, es la clave.
«Nunca me escuchas» = «Tengo la necesidad de ser escuchada porque…»
«Nunca estás en casa» = «Tengo la necesidad de intimidad porque…».
Las pistas que el lenguaje nos regala para saber cuándo apuntamos al lugar incorrecto
El lenguaje cotidiano es tremendamente explícito acerca de cómo nos desprendemos de la responsabilidad de nuestras emociones de forma cotidiana y aceptada socialmente:
«Los lunes me irritan», «el trabajo me pone de mal humor», «me aburre lo que dices», «tu risa me molesta», etc.
En esta línea, también encontramos decenas de expresiones que habitualmente repetimos a nuestros hijos, preparándoles para que, cuando crezcan, imputen su dolor a otros:
«Me duele el corazón cuando te portas mal», «me enfadas», «qué rabia me da cuando haces eso», etc.
Las clásicas generalizaciones llevadas a la «guerra de géneros» también se encontrarían en este grupo cuando sean utilizadas para desprendernos de algo que «nos molesta» y culpar al de enfrente:
«Todos los hombres / las mujeres son iguales».
Ahora pregúntate, ¿de qué manera te irritan los lunes?, ¿cómo te altera la risa de alguien? Las personas, los días de la semana, el tiempo, no tienen control directo sobre tu estado emocional. Esta postura, más o menos consciente, distorsiona la realidad y nos coloca como simples víctimas de lo que nos rodea y, por ello, dejamos de prestar atención al potencial que poseemos de forma natural para transformar nuestra vida y encontrar soluciones a nuestros problemas.
Si observamos los ejemplos detenidamente, lo que realmente expresamos cuando creemos que hablamos de emociones son pensamientos acerca de algo o alguien (lo que yo pienso que debería ser un hombre, lo que yo pienso que significa un buen comportamiento, lo que me gustaría que pasase un lunes, etc.), pensamientos que incrementarán mi enfado con respecto a un agente externo, en lugar de indicar cómo me siento y analizar la causa de mi malestar para corregirla.
Toma el control sobre tu estado emocional
Si tú eres el que va a emitir un juicio
Cuando sientas la tentación de culpar a ese agente externo que tanto «te irrita», párate a poner en primera persona tus sentimientos y reconoce qué hay detrás de ellos. Si necesitas ayuda para hacerlo, te recomiendo unirte al curso «Aprende a expresar tus sentimientos de forma efectiva».
Ejemplos:
Lo que respondemos(me siento atacado y te acuso de mis emociones) |
Lo que podríamos responder(me responsabilizo de mis emociones) |
«Me haces sentir mal diciéndome que no estaba buena la sopa». | «Me siento mal porque necesito reconocimiento. Te agradecería que lo tuvieras en cuenta».
*es decir, «tú» no me haces sentir mal, me siento mal yo mismo porque me gusta que me reconozcan lo buen cocinero que soy (o al menos el interés que le he puesto). |
«¡Qué rabia me da cuando pasas la aspiradora mientras estoy viendo una peli!». | «Me siento irritado porque quería disfrutar de un momento de soledad en el que nadie me interrumpiese. ¿Puedes pasar la aspiradora después?».
*es decir, «tú» no me irritas, yo me siento irritado porque mis expectativas no se han cumplido. |
«Me enfada tu actitud». | «Me siento frustrada porque esperaba obtener tu aceptación y no estás de acuerdo conmigo».
*es decir, «tú» no me enfadas, me enfado yo misma porque no soy capaz de aceptar que pienses o actúes de forma diferente a mí. |
«Me aburres cuando te pasas todo el día sentado en el sofá». | «Me siento desganado y tengo la necesidad de que alguien me empuje a hacer cosas nuevas».
*es decir, «tú» no me aburres, me aburro yo mismo porque no me creo capaz de hacer las cosas solo / estoy acostumbrado a que «tiren» de mí. |
La mayor ventaja de poner en práctica esta técnica es que, no solo mejorarás tu relación con la vida, sino que sanarás muchos temas propios gracias al conflicto que antes no enfrentabas de la mejor forma.
Si tú eres el receptor de un juicio
Si, por el contrario, no eres tú el que va a realizar un juicio sino que eres el receptor de una frase de rechazo, también podrías preguntar: «¿por qué motivo te diriges a mí de ese modo?», «¿qué has visto, oído o sentido en mi comportamiento que te hace reaccionar así?» + pedir un cambio de actitud.
Si no lo obtienes y ese tipo de mensajes hacia ti permanecen, bien podría ser una oportunidad para abandonar una relación y encontrar otra en la que seas aceptado tal y como eres…
A veces es tan sencillo como hacernos conscientes de los secretos que oculta nuestro lenguaje gracias a expresiones lingüísticas que podemos modificar para dejar de contribuir a la violencia entre los seres humanos.

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