¿Qué le ocurrió a Cenicienta después de casarse con el Príncipe Azul?

¿Qué le ocurrió a Cenicienta después de casarse con el Príncipe Azul?

Cenicienta se casó con el Príncipe Azul sin apenas conocerle, pero jamás nos contaron la etapa de convivencia posterior. ¿Compartían cena de Navidad con Anastasia y Griselda?, ¿recogía del cole a sus nietos Lady Tremain?, ¿tuvieron un hogar propio o vivieron en la casa de los suegros?, ¿siguen casados o se han dejado de seguir en Instagram?

Las grandes historias de amor son perfectas porque dejan de contarse o acaban en tragedia mucho antes de que puedan comenzar, como ocurría a Romeo y Julieta. Si bien eso no las anula como grandes historias de amor, nos reta al resto de mortales a ponerlas en movimiento para no caer en la tentación de compararnos con algo estático.

Es decir, no se trata de cabrearse con Disney por habernos contado historias de príncipes y princesas o de negar la existencia de historias de amor aparentemente perfectas, sino de aceptar que solo conocemos parte de la historia y, lo más importante de todo, de reconocer que no son las historias de ficción las que nos sirven de modelo de intimidad para la vida adulta, sino el modelo de convivencia principal al que cada uno de nosotros haya estado expuesto durante la infancia (o al que estén ahora expuestos nuestros hijos…).

Así que volvamos al tema y, por un momento, pongamos en movimiento la vida en pareja de Cenicienta en el mundo real, una pareja con un hombre y una mujer mujer que también tuvieron modelos de convivencia en su infancia que marcaron su conducta, y que estuvieron, como cualquier otro niño, expuestos a fantasías infantiles protagonizadas por príncipes y princesas.

La convivencia de Cenicienta en movimiento

curso emocionesAl comienzo de su relación, Cenicienta se desestabilizaba frente a lo que ella consideraba reproches por parte del Príncipe Azul, reprimía sus emociones y se encerraba en sí misma.

Cenicienta no conseguía aceptar aquellos primeros choques durante la convivencia, pues creía que las relaciones de amor «verdaderas» no incluían conflicto, así que el mundo se desmoronaba con cada nuevo tropiezo. ¡Ella quería una historia de amor perfecta como las de príncipes y princesas!

No sabiendo afrontar el conflicto de otro modo, a veces también agredía verbalmente al Príncipe Azul y consideraba que su amor no era verdadero, pues en el amor verdadero los hombres no «hacen que» las mujeres se sientan mal…

Así que se imaginaba que el problema estaría, con toda seguridad, en su pobre elección con respecto a los hombres y, habiendo escuchado otras historias de amor, sabía que «allí afuera», existiría un príncipe mejor que la haría verdaderamente feliz…

Sin embargo, con un poco de paciencia, amor y crecimiento propio, Cenicienta aprendió que la cosa no iba de querer cambiar al Príncipe Azul pues, aunque le costó aceptarlo, solo él mismo podía decidir crecer… También advirtió que lo que ella sentía no dependía del comportamiento de nadie a su alrededor. Y, por último, comprendió que la convivencia era, principalmente, una relación de amor/respeto hacia ella misma que le permitía plantear y resolver conflictos propios.

Y, como tal, cuanta mayor sintonía existía hacia ella misma, más eficaz se tornaba la comunicación con el Príncipe y con los demás miembros de la familia de origen de este.

Los errores en la convivencia, los roces, etc. le mostraban a Cenicienta los límites que había de marcar, las necesidades que había de aprender a satisfacer por sí sola, lo que imitaba inconscientemente de sus propios modelos de convivencia (padres, abuelos…) que había de soltar, lo que rechazaba de su pareja (y de ella misma) porque no había sido aceptado en su infancia…

La convivencia en pareja ayudó a Cenicienta a crecer a partir del conflicto y comprendió que era una oportunidad de aprendizaje a la que había que enfrentarse con compasión y no a manotazos, lo cual mejoró los vínculos con su Príncipe Azul y la hizo más fuerte como persona. ¡Ah! Y por supuesto tuvieron hijos, pero esa ya es otra historia

Moraleja

Las historias felices incluyen aceptar que las relaciones son imperfectas y que, solo por el hecho de estar en pareja, se experimentará conflicto. ¿Hasta dónde es aceptable? Eso dependerá de los límites de cada cual…

Así que, si también ocurre en tu hogar, ¡enhorabuena, estás vivo! Y tienes la gran oportunidad de, como Cenicienta, sacar el máximo partido a lo que te pasa y crecer con ello.

Porque todo lo que se mueve en esta vida crece gracias a los retos o dificultades que va venciendo. Cualquier alternativa es dulcificación innecesaria o está muerto.

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